Las tortugas que habitan en las aguas de América Latina están en peligro por la irresponsabilidad ecológica de la gente. Los científicos y las autoridades locales se esfuerzan y hacen todo lo posible para proteger a estos animales longevos.
Victoria González Carman es una bióloga argentina que trabaja mar adentro en las costas de la provincia de Buenos Aires. Cuando hace algunos años comenzó a participar en un proyecto de conservación de delfines, tuvo una sorpresa inesperada al recoger las redes.
"Cuando fuimos a revisar la red vimos que había una tortuga verde, que tiene unos treinta centímetros de largo de caparazón y que ya, lamentablemente, estaba muerta por asfixia en la red. Hicimos una especie de autopsia en donde estudiamos el contenido estomacal y vimos que… en el estómago había restos de basura, principalmente bolsas de plástico, como las que uno usa cuando va al supermercado", cuenta la bióloga.
Dialogando con biólogos marinos se enteró de que esta especie de tortugas llega habitualmente al Mar Argentino en busca de su alimento preferido, las medusas. Y al acercarse a las costas suele confundir las bolsas de plástico que encuentran en el agua con su comida favorita.
La bolsa tiene un movimiento muy similar. Y es por eso que la tortuga la confunde, la consume y una vez que ingresa en su tracto digestivo obviamente no es digerida y comienza a formar tapones que comienzan a obstruir el intestino y eso comienza a producir problemas digestivos graves, problemas de flotabilidad, dificultades para alimentarse y, obviamente, la muerte irremediable del ejemplar.
A lo largo de su extensa vida las tortugas marinas, que pueden vivir entre 150 y 200 años, sufren muchas amenazas, no sólo la de la contaminación de las aguas. Naturalmente, los huevos y las crías siempre han sido diezmados por animales predadores en las áreas de desove en Centroamérica y África. Pero la desaprensiva actitud humana hacia el medio ambiente ha llevado ahora al peligro de extinción a muchas especies que habitan el continente americano, desde Estados Unidos hasta Argentina.
Por ejemplo, Costa Rica ha perdido muchas playas de nidificación como producto de la invasión de la hotelería en la costa. Prácticamente todo el litoral costarricense eran playas de nidificación y a partir del avance poblacional y también por el uso turístico de las playas las tortugas comenzaron a dejar estas zonas.
Al daño que se produce en las áreas terrestres de nidificación se suma la pesca indiscriminada con fines comerciales, y el deterioro del hábitat marino en todo el Océano Atlántico, donde la muerte de millones de tortugas por año ha comenzado a alterar el equilibrio ecológico. La extinción de la tortuga significa, por ejemplo, un incremento en la cantidad de medusas, que se ven liberadas de su predador natural.
La Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las tortugas marinas lanzada en 2001 propone varias medidas de acción global para la protección de esta especie. Entre otras, la prohibición de su captura y comercio, trabajar en la concienciación de la población costera, evitar basurales a cielo abierto cercanos al mar, y un especial cuidado en la limpieza de las playas.
En julio pasado el Gobierno argentino se adhirió a la Convención Interamericana para la Protección de las tortugas marinas, y las autoridades tienen mucho por hacer. Pero gran parte de la tarea está al alcance de cada persona individualmente.
-Subido por Martu-
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